"Para vosotras, por una pasión común".
Corría el año 1968, cuando un grupo de jóvenes zamoranos fundaba la Hermandad Penitencial de las Siete Palabras. Una fundación no exenta de críticas debido, sobre todo a los polémicos principios fundacionales de la misma. Esta cofradía pretendía llevar a cabo una heroicidad tan grande en aquella época como incorporar a la mujer como miembro de pleno derecho, al igual que los varones. Algo que no era visto con buenos ojos por el elemento eclesiástico, así como por las altas instancias cofrades de la época, afines, por supuesto, al nacional-catolicismo imperante en España desde el final de la guerra civil.
Desafortunadamente esta hermandad no consiguió su valiente objetivo y no será hasta 1979 cuando la mujer acceda con plenos derechos y obligaciones a una cofradía masculina: La Santísima Resurrección. Ya en 1988, veinte años después de su fundación, la Hermandad de las Siete Palabras se convierte en mixta y, al año siguiente, surge una nueva cofradía que será mixta desde su fundación: La Hermandad de Jesús, Luz y Vida. Además, esta cofradía dará un paso mas integrando a la mujer en algo que siempre fue exclusivamente masculino, la carga en un paso.
Ahora, tras cuarenta años, se reconoce a la Hermandad de las Siete Palabras con un galardón que viene de fuera de nuestras fronteras procesionales. El Premio “Pasos” otorgado por la Asociación de Mujeres Cofrades de Cartagena. Parece increíble que se reconozca desde fuera lo que nosotros mismos no somos capaces de valorar.
Ni que decir tiene que estos logros han sido posibles gracias a un notable aperturismo de la iglesia y un claro cambio en la mentalidad de la sociedad gestado en los primeros años de la democracia.En los últimos años la Real Cofradía de Jesús en su entrada Triunfal en Jerusalén, ha seguido los pasos de las hermandades citadas, incorporando a la mujer a sus filas. La iniciativa no puede ser mas plausible, máxime cuando se trata de una cofradía que nace en una época marcada por los designios de quienes se oponían a estos cambios y, aún hoy día, siguen sin estar de acuerdo aunque ya no dependa directamente de ellos el devenir de nuestra Semana Santa.Igualmente, la Cofradía de Nuestra Madre de las Angustias, que es mixta desde su fundación, ha modificado recientemente sus estatutos para dotar a las hermanas de los mismos derechos que gozan los hermanos, pudiendo desfilar con el mismo hábito y teniendo su sitio bajo los banzos.
Afortunadamente nuestra forma de pensar ha dado un giro de 180 grados y, hoy día, la mujer está tan integrada en la sociedad civil como el hombre. Sin embargo en ciertos sectores de la iglesia y sus asociaciones religiosas de fieles no lo está tanto.
Es triste que en pleno siglo XXI, cuando todos somos iguales en todos los ámbitos de la vida, el plano religioso no evolucione y se quede anclado en el pasado. Y lo mas triste es que estos preceptos se reflejan, negativamente a mi entender, en nuestras hermandades. ¿Como es posible que en una ciudad con diecisiete cofradías de pasión, solo cinco sean mixtas?
No es mi intención hacer aquí un manifiesto feminista, ni nada parecido, pero creo que la mujer ha de ocupar el sitio que merece en todas las cofradías porque es necesaria. Y no solo encargándose del trabajo callado y laborioso que han llevado siempre a cabo en la sombra. Me refiero, como todo el mundo sabe, a ocuparse de las ropas, la limpieza y demás tareas a las que ha sido relegada siempre la figura femenina. Algo de lo que han hecho alarde nuestras voces mas acreditadas -masculinas por supuesto- en pregones, artículos e incluso en intervenciones radiofónicas y televisivas de cobertura nacional, denigrando absolutamente a la mujer.
Con la implantación del nuevo Estatuto Marco de las Cofradías podría lograrse la plena incorporación femenina, ya que la magnífica redacción de este estatuto no distingue sexos a la hora de definir a los miembros de las cofradías. De esta forma el artículo 4º dice lo siguiente “Podrán ser miembros de la Cofradía aquellas personas que reúnan las condiciones exigidas por la legislación de la iglesia y sus estatutos.
Estas condiciones son: ser católico[...]; no haber rechazado públicamente la fe católica; no haberse apartado públicamente de la comunión eclesiástica y no encontrarse en curso de una excomunión impuesta o declarada [...]” (Código de Derecho Canónico, c. 209 y c. 316). Esto supone un paso de gigante hacia la total integración y debería de acatarse al pie de la letra por la totalidad de las cofradías.
Pero por desgracia todavía tenemos en Zamora directivos anclados a un pasado y a una supuesta tradición en la que no tiene cabida este tema y que deberían cambiar, ya que el sentir de mucha gente no es lo que ellos defienden y así nos luce el pelo. Hay que decir claramente que en la mujer esta el futuro de nuestra secular Semana Santa.
Con seguridad de ellas depende que la pasión zamorana no caiga en picado desde el diente de sierra por el que ahora asciende. Sabido es que la Semana Santa de Zamora pasa por un buen momento; atrás quedaron los años de crisis en las filas, los años de los pasos a ruedas.
Ahora las cofradías atraviesan una época de bonanza económica; la mayoría de los pasos desfilan a hombros acompañados por bandas de música; se han confeccionado mesas nuevas y en ellas carga gente joven incorporada a finales de los ochenta y la década de los noventa.
Aún así el problema podría surgir en las generaciones posteriores. Los cupos cerrados de las cofradías están impidiendo que acceda savia nueva y si a esto añadimos que muchos padres jóvenes residen fuera Zamora y se desplazan hasta aquí exclusivamente en los días de pasión, tendremos una generación posterior que no conocerá la semana santa, por qué se habrán educado fuera de Zamora y porque no habrán conseguido entrar en las cofradías desde pequeños, ya que con suerte podrán hacerlo cuando tengan mas de veinte años, y al no vivir en Zamora no les interesará el tema lo mas mínimo.
Con lo cual el bajón de la Semana Santa, en menos de veinte años, está asegurado. Esto debería preocupar seriamente a nuestros dirigentes.De ahí que la incorporación de la mujer sea la solución. Si las cofradías dejan de ser cotos cerrados de los hombres y se convierten en mixtas tendrán la posibilidad de participar un mayor número de personas y el bajón al que me refería anteriormente tardaría mas en aparecer y lo haría de forma mas leve.El tema es serio y todos debemos colaborar para conseguir soluciones.
Debe establecerse un debate entre la Iglesia, los directivos y los hermanos de a pie, para conseguir que la mujer tenga su sitio en todas las filas y bajo los banzos de nuestros pasos; puede y debe ostentar cargos de responsabilidad; la igualdad ha de ser plena. No es mas que mero sentido común.